“Si un sistema de gestión no contribuye con el negocio, el sistema está mal implementado”, es la frase con la que suelo iniciar mis ponencias ante oyentes ávidos de conocer las experiencias en la implementación de Sistemas de Gestión.
Los negocios están obligados a generar beneficios y todos los procesos que los componen interactúan soportados en los Sistemas de Gestión, por lo tanto, si estos no aportan con el logro de los objetivos, la misma Organización los rechazará.
Las empresas con Sistemas de Gestión postizos y cosméticos, luego de obtener las certificaciones, sentirán un gran peso que pasará a ser insostenible para mantener implementados los requisitos de las normas. El primer síntoma será la dificultad para cumplir los requisitos y el segundo será la escasez de los recursos disponibles.
Pero, cómo aseguramos que los Sistemas de Gestión estén alineados con los objetivos de la Organización, esta congruencia sólo se logrará si la Organización ha considerado dentro de su plan estratégico de negocio, la implementación y mantenimiento de los Sistemas de Gestión. De no considerarlos en el plan estratégico, los objetivos de la Organización y los de los Sistemas de Gestión, no estarán en la misma dirección y menos en el mismo sentido.
En un Sistema de Gestión de la Calidad, los Objetivos del Negocio deben estar alineados con los Objetivos del Cliente, caso contrario no podrán satisfacer sus requerimientos. Un Objetivo común del Cliente es la entrega a tiempo, el cual no se podrá lograr si la Organización no ha considerado dentro de sus objetivos, los recursos necesarios para el mantenimiento de sus equipos de producción y unidades de distribución.
En particular la Gestión Ambiental, surge en algunas Organizaciones como una obligación de las autoridades que luego debe asimilarse dentro de sus objetivos. Por ejemplo, la segregación y disposición final de los residuos peligrosos, exige recursos que de no haber sido considerados en el presupuesto anual, impedirá el cumplimiento de este requisito ambiental.
Muy recientemente, la publicación de la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo y su respectivo reglamento, han “motivado” a las Organizaciones a actuar seriamente sobre sus responsabilidades en la Seguridad y Salud del Trabajador. Una consulta común que hace la Alta Dirección cuando se les expone el artículo 33 y 103 del Reglamento de la Ley Nº 29783, Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, sobre los riesgos Psicosociales es, “…y, ¿a qué nos obliga este artículo de la norma?”, siendo la respuesta más concreta “se refiere al perjuicio a la salud de los trabajadores, causando estrés y a largo plazo otras enfermedades”; la reacción inmediata es de incertidumbre y una interrogante de “¿no están exagerando?”. El desconocimiento de las normas también ocasiona la incongruencia entre los objetivos de la Organización y los de los Sistemas de Gestión.
Esta evolución se sustenta perfectamente en el Ciclo de Deming en el cual podemos identificar en “Planificar”, la definición de los objetivos que se alimentan de los requisitos (inputs), la congruencia se desarrolla en esta etapa del Ciclo.
La correcta implementación de un Sistema de Gestión se visualiza en la contribución con los Objetivos del Negocio y asimismo el Negocio deberá considerar los Objetivos de los Sistemas de Gestión en el Plan Estratégico.
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